Esta mañana, no sé por qué, pero me ha dado un ataque de mirar por la ventana. Esta fotografía ilustra lo que se puede ver desde ella. Mis casi recién estrenadas macetas, están sufriendo ya algún que otro efecto del frío y están perdiendo la viveza que traían al comprarlas. Los árboles están empezando a perder sus hojas, y las que aún siguen en pie, no guardan el color verde vivo que se deja ver todos los veranos. La calzada está mojada, al igual que las aceras, y más de un peatón recurre a los paragüas, aunque parezca que de momento el temporal no arrecia. El cielo es todo nubes. Los edificios parecen mucho más señoriales con este clima. Parece que en vez de estar viviendo en Salamanca estuviera viviendo en una ciudad de mucho más prestigio, además de más al Norte. Quizá Santander, Oviedo... Pero esta piedra de Villamayor (así se llama la piedra de aquí) da un toque de elegancia y prestancia, además de una solidez impensable.
Pero es entonces cuando me doy cuenta de algo: tenemos una visita inesperada y, para algunos, bastante inoportuna. Octubre viene a visitarnos. Ya se nos acabó ese mes de septiembre, el mes de las moras, aún descriptible como verano... y llega octubre. ¡Qué mes más triste! Es un mes básicamente otoñal, las hojas se caen, hay abundantes lluvias... no es uno de los meses más queridos, no... Pero llega y nadie lo puede evitar (¡Quién tuviera ese poder!). Aguantaremos con resignación cristiana, mirando por la ventana y viendo lo mismo que veo yo; la alegría casi perdida. ¿Pero por qué eso? La alegría debería permaneces también durante este mes, la apatía es algo que no puede con nuestra mente.
Por eso, seamos felices, que el tiempo no influya sobre nosotros y bienvenido, octubre.
Pero es entonces cuando me doy cuenta de algo: tenemos una visita inesperada y, para algunos, bastante inoportuna. Octubre viene a visitarnos. Ya se nos acabó ese mes de septiembre, el mes de las moras, aún descriptible como verano... y llega octubre. ¡Qué mes más triste! Es un mes básicamente otoñal, las hojas se caen, hay abundantes lluvias... no es uno de los meses más queridos, no... Pero llega y nadie lo puede evitar (¡Quién tuviera ese poder!). Aguantaremos con resignación cristiana, mirando por la ventana y viendo lo mismo que veo yo; la alegría casi perdida. ¿Pero por qué eso? La alegría debería permaneces también durante este mes, la apatía es algo que no puede con nuestra mente.
Por eso, seamos felices, que el tiempo no influya sobre nosotros y bienvenido, octubre.
2 comentarios:
tan poco afecto al otoño.... no puede ser. cada estacion tiene su belleza propia. en octubre, por ejemplo, no hace mucho frio y se puede disfrutar de los paeos por la calle acompañados de lluvia. la lluvia resulta bastante agradable si no es torrencial; pero para gustos los colres. (por cierto los colores del otoño son muy calidos, marrones, amarillos...)en fin, este tiempo hay q verlo desd el punto de vista positivo. un beso!
No desprecies a mi querido Octubre.
Mes de Fiestas Grandes en Zaragoza, donde discurre mi placentera vida.
Adorado Octubre de noches interminables en algún soportal desconocido calentando nuestros cuerpos con licores.
Mañanas de toros y porras, tardes de ferias y algodon de azucar,noches de berbenas y alcohol.
Cachirulo al cuello y jotas con chuleria llenan nuestras calles y nuestras horas.
No desprecies a mi querido Octubre.
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